2. Ella siempre tuvo visiones de alcanzar el estrellato
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Al crecer, Ana no tenía acceso a Internet y solo se le permitía una cantidad limitada de televisión los fines de semana. Primero se enamoró del cine después de ver películas de Hollywood en la casa de su vecino. Y a los 14 años, Ana audicionó con éxito para unirse al Teatro Nacional de Cuba en La Habana.
De Armas aprovechó la falta de comodidades modernas y las distracciones del mundo exterior, lo que le permitió concentrarse en nutrir su imaginación y creatividad. Desde temprana edad, Ana memorizaba y practicaba los monólogos que veía en las matinales de cine y declaró su ambición de convertirse en actriz. Luego ella siguió adelante, a lo grande.